jueves, 20 de mayo de 2010

HACE DOS AÑOS


La vida de las personas está guiada por decisiones, y son estas las que atan en realidad a la humanidad. Existe la necesidad de llegar hacia algún lugar y esto no es incorrecto en ninguna manera. Sin decisiones no seriamos nada al igual que la meta que tanto se ansia.

Hace un poco más de cuatro años que ingrese a la universidad por obra, quisiera decir del destino, pero en realidad al parecer fueron mis habilidades la que me lo permitieron. Pero no imagine que una de mis decisiones cambiaria por completo la manera de ver al mundo como algo tan distante. Quisiera haberlo sabido antes, pero es algo que nunca se tendrá.

Me enamore.

Uno no sabe quien, ni cómo será, ni siquiera podemos decidir en qué momento sucederá. Pero llega un momento en la que nos enteramos, después de un largo pensamiento y luego de descartar tantas ideas; una noche te ves caminando sin la luz de ninguna luna, meditando sobre aquella chica a quien hace unos momentos acabas de despedirla a su casa. Y de repente se te viene a la menta aquella palabra, aquella idea, aquel sentimiento que ni siquiera te hubieses imaginado en pensar en un trillón de años. Te detienes y no te das cuenta que estas en medio de la pista mirando el suelo… luego observas hacia un costado, y dices que es mentira y prosigues tu camino, te preguntas ¿Por qué tendría que sucederme a mí?, te dices “es solo mi amiga” y de golpe te cuestionas “entonces ¿Por qué quiero siempre que este alado mío?” vuelves a detenerte y esta vez sientes que no podrás escapar a lo que ya entro y se apodero de aquel lugar, aquel rincón descuidado de tu vida. En mi caso, de aquel escritorio con un libro sin autor.

Cuando esa respuesta encaje en todas las cuestiones dadas y por encontrar, cuando sientas que es el diagnostico perfecto para cualquier enfermedad; solo entonces sabes que estás enamorado. Y nada, desde entonces podrá cambiarlo.

Pero son las decisiones las que importan en realidad; uno puede estar de lo mas enamorado, pero si no hace nada al respecto quedara en el mero pensamiento.

Debo ser muy sincero ahora y decir que no fue la primera vez que me enamore, pero un día como hoy, hace ya dos años, fue la primera vez que le dije a una chica que estaba enamorado de ella, y que, a pesar de no sentir mariposas en el vientre o estar en otra dimensión cuando a alado suyo; lograba descubrir a una nueva imagen en mi, a un hombre nuevo, a un José Antonio siempre en libros o películas, y sentir en realidad que este mundo no es tan distante.

Esa fue la primera vez que me arriesgue de verdad, y al momento de terminar mi pregunta me sentía desnudo en un gran descampado sin estrellas ni luz posible. Pero fue su asentimiento que convirtió mi sueño en una profunda realidad. Si, tal vez ese fue el momento más feliz de mi vida.

Ya han pasado dos años exactos desde esa noche y aun sigo sin poder describir cada segundo, cada instante después de ese primer beso.

Pero a veces cometemos tonterías, algunas de ellas que nunca podrán ser remediadas y hoy estoy escribiendo aquí, cuando debería de estar dándole un paquete con dos rosas rojas. No debería de estar escuchando una canción, sino cantárselo al oído; pero a veces cometemos tonterías que no podrán ser borradas.

Y al menos espero que estas líneas lleguen, aunque sea en esencia a su mente porque a su corazón solo puedo llegar hasta la puerta, y como un mensajero dejare mi carta, esperando a que al menos lo descubra y sepa:

Yo recuerdo
Y lo sigo haciendo
Ahora que solo me queda el viento
El sonido de tus ojos
En la memoria de mi alma
No necesitas mas para mantener mi corazón agitado

jueves, 13 de mayo de 2010

una carta etílica


En ocasiones, y cuando existe un factor etílico corriendo por las venas, las acciones toman direcciones inesperadas, una especie de libertad mental; pues casi todo lo que piensas se hace acción inmediata por tu cuerpo o tus palabras; claro está, cuando en “realidad” corre alcohol por las venas. Pero a veces se tiene lo suficiente en aquellas salidas por cumpleaños en la universidad. Lo digo porque fui presa, más que del bullicio del local, vasos que venían rápido y se iban lento, fui presa de una canción de cumbia que, en momentos como ese, ensalzan la amargura casi deprimida; y de una cantante, de esas que irremediablemente volvieron a estar siempre en tus sueños.

Una salida furtiva que yo no hubiera imaginado hacer ni en el peor de mis situaciones. Pero ahora que lo recuerdo, fue casi una decisión maquiavélica.

Minutos antes de mi huida, regresábamos con la cumpleañera, llamémosla D, al local después de una crisis estomacal (moraleja: no comer nada avinagrado antes del una salida fiestera) o por lo menos esto aprendió mi amiga. Pero como decía, regresábamos al local, yo fastidiado por el hecho de retornar cuando se supone que me habían convencido para ya irme. Pero bueno, D casi me obligo. El punto es que se toco esa “vendita” canción de cumbia donde se menciona irresponsablemente la palabra “fuera”. Lo hubiera soportado si tan solo no la habría visto cantándolo a viva voz; hasta intente voltear a otro lado y hablar con las demás. Pero fue inútil, un intento absurdo cuando nadie quiere hablar contigo. Paso el primer coro y me dije, no sé si mentalmente, que tal vez el segundo coro no la cante como al principio, y si era así me iría sin remedio; una disposición irracional y casi sentimental, incluso hice a un lado la silla de enfrente para que no me estorbe. Llego el segundo coro y mi esperanza de una posible reserva se fue al diablo y tuve que poner en marcha mi idea. Con premeditación tome toda mi concentración, me levante en el momento en que todos estaban distraídos y camine con una velocidad sorda- tengo que recalcar que estuvimos en el segundo piso.

Abajo, una mirada casi perpleja y sosegada me miraba en un microsegundo- era una de mis amigas asistentes al cumpleaños, que no daba crédito a lo que estaba viendo. Entonces, sabía que mi plan había sido descubierto, pero ya había previsto algo así, total, sabía que habrían algunas ojos conocidos en otros lugares, la mesa del segundo piso no estaba completa, así que apele totalmente a mi rapidez y mi cabeza casi frugal. Ya no era solo un retiro, era una huida.

Una huida con dos claros objetivos, primero medir el nivel de interés de susodichas personas y segundo saber si aun tengo rastro de adolescente ofendido-aunque lo segundo tan solo fue un juego también era importante.

Después de diez pasos creí concluida mi huida y tal vez tendría algo de satisfacción en no sé qué. A lo lejos oigo mencionar mi nombre y pensé que no soy el único que se va; pronto escucho una voz muy clara y conocida pero ya no quiero parar. Después de unos segundos de mi acción me veía casi librado pero de repente, llamémosla X, se interpuso en mi camino, dándome razones tan claras y hasta lógicas para que regresase. Me quede frio y perplejo al verla a ella tratando de contenerme, y quede más frio aun cuando veo a otra amiga, de alguien que ni siquiera en esos momentos me la imagine tratando de detenerme. Mi impresión duro unos segundos y seguí con mi idea de irme, mas cuando vi a D en frente tuve que detenerme.

Mi esperanza de que tal vez solo se acercaba para despedirme se borro al instante, reclamo su derecho de cumpleaños y me quiso obligar a regresar otra vez, pero ya no quise y tal vez la hice entender en ese momento el por qué me iba en realidad. Bueno hasta este punto es todo lo que le podría incumbir a otra persona lo demás esta “dentro de los expedientes secretos”.

No es que todas estas acciones hayan cambiado mi idea de amistad, pues tal vez haya sido una simple conveniencia, recordando la típica frase de “que se habrá creído, dejarnos sin decirnos nada”. Sea lo que les haya motivado, me dieron una lección de grupo que nunca olvidare. La amistad también significa presencia. Desde aquí le pido disculpa a D y las demás chicas por haberme retirado tan abruptamente, y quisiera que entiendan que mi decisión no fue puramente sentimental, solo que sentí que no tenia caso estar más tiempo allí.

Después de un rato di una vuelta y regrese corriendo tras ella.

De todas formas ese será un prolongado final con aquella gran cantante; la intensión que peso ese día siempre fue esa, solo que, como en el inicio, pensé que no sería tan accidentado. Recuerdo lo que le dije en el momento que la alcance “siempre me imagine caminando y escuchando solo mis pasos”. Pero sin embargo me eche a la piscina, una decisión demasiado lógica.

Ahora, mientras escucho “Is This love” de Bob Marley, me pregunto “qué estará haciendo ahora mi hermosa y dulce M…….. de junco y capulí”