De alguna forma, la naturaleza humana es autodestructiva; siempre se trata de llegar o probar una idea, un deseo que haga de sus vidas más placentera o miserable al extremo, los adjetivos o fines no importan en realidad. La vida humana se fundamenta en el hecho de sentir; algunos quieren llorar para siempre, otros reír y algunos simplemente estar mirando; lo que implica aquello de que nada es un accidente, nada puede serlo porque constantemente lo buscamos.
No es que seamos masoquistas al momento de sufrir, o que nos guste. Es nuestra tendencia. Claro que el sometimiento es un aspecto totalmente diferente, va contra nuestra naturaleza; aun así, siempre buscaremos sentir aquello que anhelamos, no por tenerlo, por sentirlo. La mejor prueba de ello es que existen personas que no son sometidas y aun así son felices o tristes. Sin embrago siguen andando un camino incierto hasta cierto punto.
Las innumerables escusas para nuestras acciones solo argumentan que somos totalmente emocionales. La vida es una máscara porque nadie en toda su vida se dará respuesta a su existencia, siempre habrá algo más, y por ello nos entregamos a nuestros sentimientos. No existe una verdadera personalidad, no existe una verdad absoluta, no existe el amor como tal, pero sabemos que existe y queremos sentirlo, y nos disfrazamos de lo que somos.
En un principio quise contar una historia completa, de cómo llego a mi aquello que buscaba en una mujer, creo que el momento no es el correcto, las circunstancias cambiaron en su forma pero no en sustancia. Como el ya renombrado Renato Cisneros yo también quede damnificado, casi sin aliento cuando Miriam se fue. Es como si en un retrato solo hubieran quedado trazos que apenas figuran un rostro o tal vez algo más. Como si al cielo le hubieran quitado las estrellas y luz, como si solo quedase la ropa que alguna vez fue usada en un momento de felicidad, allí tirada en tu cama. Creo que la mejor manera de explicarlo es diciendo que solo quedo una foto digital en un pantalla, ni siquiera se puede tocar. Lo peor de todo es que aun aquello que quedo es suficiente para demostrarle a ella que soy lo suficientemente hombre, no para superarlo pues es mentira aquello que simplemente paso y a seguir caminando, sino demostrar que aun se puede realizar una utopía, que aun se puede alcanzar un sueño.
Ahora debo agregar, después de un nuevo acontecimiento. Que felizmente la seguiré amando pese a mucha razón y sentimiento. A decir verdad aquello de ser maduro y seguir conversando de ideas o pensamientos “adultos” con la mujer que amas y ya no está más en tus brazos, me parece una de las mas grandes mentiras. O aquello de ser completamente sentimental y que para no hacerte más daño, dejar lo todo y olvidar o que el tiempo lo arreglara, también me parece falsedad de las falsedades y hasta tonto. Yo quiero mantener esto en mi corazón y seguir escribiendo poemas diciendo que lo mejor que me ha sucedido es ella, y que si tengo que dejarla para que sea feliz, lo hare sin remordimiento y decirle que siempre siga a su corazón, que confié en ella y siga caminando, siempre la amare, que si vuelvo a ver una “sonrisa” en su rostro sabré que hice lo verdadero. Mi felicidad está en su corazón emocionado e inevitablemente observare. ¿Que si la esperare? ¿Qué si esperare un milagro? Es algo que esta demás anunciarlo.
Quisiera estar con ella una vez más y decirle que todo está bien, que lo que haya hecho no fue cosa de las circunstancias, fue cosa del corazón, y que haga lo que tenga que realizar, que si necesita algo no estaré lejos, que solo tiene que mirarse y darse cuenta que aun tiene la luz en su mirada, que me enamore de ella y eso no es para estar triste
Aun quedan muchas cosas que decir, pero por ahora es suficiente…